domingo, 27 de diciembre de 2009

FREE THE JAZZ

Como yo no creo en las casualidades sino en las causalidades y con esto no quiero caer en un discurso new age ni mucho menos, nada se da porque sí.
A partir de una reseña hecha por mí y subida en un sitio de España de un cd de Tom Varner, termino contactando vía mail a quien escribe este artículo preciso y lleno de nitidez. ¿ La causualidad ? ; gran parte de mi formación musical se gestó en una disquería especializada de Córdoba [ cuyo nombre hacía referencia al mejor amigo del hombre y quienes somos de la docta sabemos cual era ] y donde supe comprar una revista que lo tenía a Robert Fripp en la tapa. Por aquel entonces, [ los 90 ] el guitarrista andaba por esos pagos presentándose con los Gauchos Alemanes, recital que tuve oportunidad de ver.
La cuestión era que dicha publicación escribía sobre aquella música que los grandes medios gráficos dedicados al tema , ni siquiera tenían en cuenta.
Esa nueva forma estética de abordar, escribir y publicar sobre aquellas sonoridades del "palo", marcó nuestra manera de escuchar y de acercarnos a nuevos territorios que no conocíamos.
Su nombre : Escvlpiendo Milagros [ la "V" corta oficiaba de "U" y originalmente su nombre era "Escupiendo Milagros"] ; su director : Norberto
Cambiasso.
Este artículo que publicamos forma parte de un capítulo más extenso sobre las transformaciones de la improvisación de los '60 a la actualidad para un libro que se editó en España.
Con gusto les presento a alguien que describe esta forma del jazz, con rigor intelectual y pasión por la claridad.


Free jazz e identidad Afroamericana

Hasta cierto punto podrían narrarse los orígenes del free jazz a través de una curiosa dialéctica entre afirmación y negatividad. Los primeros intentos por abandonar cualquier estructura predeterminada –Lennie Tristano, Warne Marsh y Lee Konitz en 1949, Charles Mingus con Teo Macero y Mal Waldron en 1954, Cecil Taylor y Steve Lacy en 1955, George Russell y Bill Evans en 1956, Ornette Coleman y Don Cherry en 1959, Eric Dolphy en 1960- trasuntan una extrañeza que la época trata de exorcizar con etiquetas provisorias -forma libre, música abstracta- y adjetivos insuficientes –atonal, disonante, raro-.
Casi sin excepción, la improvisación temprana delata una perseverancia mayormente acústica, una extendida resistencia a la tecnología. Punto que atestiguan el disgusto de Cecil Taylor por la música electrónica, la espiritualidad rediviva de John Coltrane a partir de A Love Supreme o la recuperación de formas tradicionales como el gospel en Albert Ayler. Incluso las innovaciones electrónicas en los teclados pioneros de Sun Ra –el moog, el clavioline, los efectos de cintas- generan una dislocación sutil respecto de las polirritmias africanas y las modalidades medio-orientales del resto de su Arkestra.
El entorno de la década del ’50 ameritaba esa desconfianza. La amenaza de la Guerra Fría, la escalada nuclear y la constitución de una sociedad de consumo que excluía a los afroamericanos del banquete económico con la misma fuerza con que les escamoteaba sus derechos civiles bastaban, de por sí, para que sus percepciones difirieran del optimismo conformista que caracterizaba a la mayoría blanca de clase media.
Una estructura represiva que paulatinamente tendieron a identificar con su entorno inmediato. Un sentimiento de alienación ante la mercantilización incipiente y la propaganda mediática, que promovía la realización del sueño americano en cada compra de un electrodoméstico o de un televisor nuevo.
Las jerarquías culturales exclusivistas y excluyentes que oponían el modernismo de un pretendido arte alto al ámbito más prosaico –aunque también más festivo- de la mass culture tenían sin cuidado a quienes se veían obligados a sobrevivir en los márgenes, aquellos a los que la fiesta interminable del crecimiento económico y el consumo a ultranza había olvidado girarles una invitación.
No se trata de repetir aquí las conocidas historias de pobreza extrema en los inicios de Anthony Braxton o el Revolutionary Ensemble, la desafección que traslucen las muertes prematuras de Coltrane o Ayler, esa repugnancia de los clubes nocturnos de Chicago ante cualquier forma de jazz, lo que llevaría a la fundación de la Association for the Advancement of Creative Musicians (AACM).
Hay algo más, que escapa a lo anecdótico y trasciende las circunstancias personales. Por un lado, una ética de la afirmación que corteja el mito del comienzo absoluto - llevar a término las promesas incumplidas del jazz a partir de la superación de su lenguaje- hasta confundirlo con lo Absoluto mismo -la promesa de liberación que acarrea un mundo nuevo-.
Por el otro, una recusación del pasado cercano en favor de otro distante y mitologizado –el de África y las comunidades no occidentales-. En
la conjunción de estos dos extremismos aparentemente irreconciliables radica la fortaleza del free jazz: la utopía de la libertad y la nostalgia de lo que se perdió, la materialidad del instrumento y la invocación espiritual, la expresión desafiante de una identidad específica y su vocación universalista. Tensiones contradictorias que, bajo una coyuntura histórica y social diferente, determinarán el estatuto de la improvisación en las décadas venideras y promoverán la reacción insidiosa de ciertas corrientes actuales.

Intro : Micky Almada
Fuente :www.esculpiendo.blogspot.com

lunes, 21 de diciembre de 2009

IMPRONTA x 2

EL viernes 18 de diciembre, se realizó en Mar del Plata la entrega del premio Gaviota de Oro. El programa quedó nominado en el rubro "Música Jazz" obteniendo los galardones de "Mejor programa de Jazz", tanto en Amplitud modulada como en Frecuencia Modulada. No pudimos hacernos presentes en el evento por cuestiones laborales. Lamentamos no haber podido concurrir y haber vivido un momento que les aseguro se obtenga o no, es único.
La alegría inesperada de haber ganado me llena de satisfacción en un año de mucho trabajo y sacrificio para darle lo mejor al espacio que conducimos desde hace ya, siete años.
Mi agradecimiento al prestigioso Jurado, por habernos elegido en dos oportunidades.
Quiero darle las gracias a Norma Torres, excelente persona, colega de los medios, quien estuvo presente en el evento con su programa y que despojada de toda actitud vanidosa o egoísta recibió los premios por mí, y por haber ella ganado en su rubro.
Un abrazo desde el corazón a Walter Cardoso, conductor de Jazztería, amigo de la vida, nominado en la misma categoría; y a todos los oyentes conocidos y anónimos que semanalmente nos eligen.

martes, 15 de diciembre de 2009

FLORES NEGRAS

Un trabajo que atrapa al aficionado desde la primera nota. Un trío bastante atípico, en cuanto a su formación, dos pianos y un saxo. Tchangodei se encarga de los sonidos más agudos de su instrumento y los chorus, Mal Waldron es la voz grave, bellamente fúnebre y Archie Sheep, el pájaro que sobrevuela, con mirada de puñal, este delicioso plato más propicio para degustar bien entrada la noche con algún libro de Galeano o El Extranjero de Camus [ solo sugiero, cada cual con su cada quien ].
Comienzan los segundos y suena , "The Seagulls Of Kristian", para mí, lo mejor del cd. Es una composición lenta que va a paso de hombre y que conmueve a cualquier espíritu sensible, abordando desde ése lugar, una propuesta marcada por la sonoridad gruesa y profunda de un Sheep, en estado de gracia.
"Space Blues" no deja indiferente al saxofonista, quien se muestra amable en su discurso, aquí al tono y políticamente incorrecto en sus disonancias, característica que me atrapa del portavoz del movimiento Black Power.
No me quiero olvidar de los otros convidados, ya que éste no es un disco solista, sino una fina triangulación donde cada uno es un centro y dicen lo suyo, aportando al resultado colectivo.
"Africa Struggle", hipnótico Sheep, que se nos muestra como la etiqueta mesurada del Coltrane que se desbocaba como caballo loco y que zigzaguea como serpiente, acompañado por la danza de manos desnudas de Waldron - Tchangodei, quienes lo animan a soltar su arte, ofreciendo redes que lo contienen dentro de la estructura de este corte, cuyo significado representa un sentir por parte de los tres intervinientes : "Lucha Africana".
Cuarto paso en la escucha y otro blues, con ribetes de canción de fonda, "Driftin Blues", me recuerda al concepto de algunos críticos que decían que el jazz es esa música que hace mover el pie al compás del ritmo y que no consideran, a personajes como los de este disco, como continuadores del género.
Más les vendría a bien,
fisgonear una obra como esta, y ver que hay buenas sugerencias más allá, de los grandes pilares que hicieron esta música, que nació, como casi todo en la historia de la humanidad, a partir del sufrimiento.
"Ma Mission", vuelve a mostrar la característica del primer corte, lánguido y sombrío, con la aparición de la voz meditativa-reflexiva de, me supongo, Tchangodei, partiéndose luego al medio, en un exabrupto de teclas, que, porque reprimirlo, si al fin y al cabo es pasión.
Luego de la primera exposición, hay unos segundos de silencio y a continuación entra de vuelta ¿ el mismo pianista ? para finalizar y llegar a aguas calmas.
Las Flores negras figuran lo opaco de una música que no esta pensada desde la complacencia.
No hay casi información de este trabajo en la red, ¿ por qué ? me supongo que estas ediciones no figuran entre las más vendidas o a lo mejor, músicos como los mencionados, quizás Sheep, menos que los otros, siguen formando parte de la Vanguardia cuando en realidad, como lo apuntamos en otras oportunidades con otros ejemplos de igual valía, tendrían que ser considerados clásicos, por derecho y años en su aporte al Jazz.
Por lo pronto , lo escrito , son las impresiones de un servidor, a partir de la escucha, esperando hayan sido las correctas.
«El jazz es una de las aportaciones sociales y estéticas más significativas de América. Y muchos lo aceptan por lo que es: una aportación significativa, profunda, de América... Está en contra de la guerra, en contra de la del Vietnam; está a favor de Cuba; está a favor de la liberación de todos los pueblos. Ésta es la naturaleza del jazz. No es necesario ir a buscar más lejos. ¿Por qué? Pues porque el jazz es una música nacida de la opresión, nacida de la servidumbre de mi pueblo.»

Archie Shepp
Fragmento del libro "Free Jazz - Black Power"
Phillipe Charles - Jean Louis Comolli

Reseña : Micky Almada


Tchangodei - Piano medium aigu , chorus
Archie Shepp - Saxophones
Mal Waldron - Piano grave medium


martes, 8 de diciembre de 2009

IMAGINATIVO COLLAGE

El concepto de esta bocanada de aire fresco, parte de la idea de un libro que no es un libro y que ha sido escrito por una sola pluma.
Wu Ming 1 [ Roberto Bui, su verdadero nombre ] es el creador de esta apasionante novela llena de referencias, que recorre un largo y peligroso [ en el buen sentido ] camino más allá del Free Jazz.
Wu Ming es un combo de escritores italianos que trabajan de manera colectiva desde el 2000. El posible significado en chino del nombre es : "sin nombre", "no hay nombre" o "cinco nombres" (o "no entiendo").
Un prisma lingüístico que nos lleva de la mano de personajes tan dispares como John Coltrane, la revista Life o el Punk sin el menor atisbo de culpabilidad estética, como debe ser.
Según palabras de su autor : "Escribí New thing porque estoy interesado en la cultura afroatlántica". "Pero también es una alegoría de la represión a los movimientos sociales en los setenta en Italia. Lo que pasó con los Black Panther y programas como Cointelpro eran el pan de cada día aquí. Y en España". Pero New thing también retrata unos tiempos en los que el poder sentía el peligro de los movimientos culturales juveniles. "Ya no es así, la contracultura va por otro camino. Internet lo ha cambiado todo".
Pasen y lean.
Gracias a Felix, gran amigo, por pasarme el dato.

Reseña : Micky Almada
- Con información sacada de diversos sitios -